icono-facebook icono-twitter icono-Google icono-Linkedin
publicidad

OPINIONES

  • 14

    Héctor Bolaños y Alberto Lifshitz |

    HECTOR BOLAÑOS Inició su carrera en la IF en 1970. Su experiencia abarca las áreas de productos de prescripción y libre acceso en las que desempeñó diversos puestos en los departamentos de Investigación de mercado, Mercadeo, Desarrollo de negocios y Asuntos regulatorios. Trabajó como consultor para diversas compañías y participó en el proyecto PRITECH de la Agency for International Development, de Estados Unidos. Ocupó diversas posiciones en la Afamela, entre ellas la de tesorero, asistente del Chairman del Comité Organizador de la XI Asamblea Mundial de la World Self-Medication Industry (WSMI) y fue su director ejecutivo. Fue director general de la Industria Latinoamericana de Automedicación Responsable, Vice Chairman for Latin Amercia y miembro del Board of Directors de la WSMI. ALBERTO LIFSHITZ Es médico cirujano egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM, donde también es profesor definitivo. Miembro fundador de la Asociación de Medicina Interna de México, de la Acanemed, del Consejo Mexicano de Medicina Interna y de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina. Es miembro de las academias Nacional de Medicina, Mexicana de Cirugía, de Ciencias Médicas del Instituto Mexicano de Cultura y de Historia y Geografía, así como del Sistema Nacional de Investigadores. Integrante de los cuerpos editoriales de 15 revistas, editor de la Gaceta Médica de México y editor asociado de Investigación en Educación Médica. Fue director general de Medicamentos y Tecnologías para la Salud y la Coordinación de los Institutos Nacionales de Salud de la SSa. Titular de la Unidad de Educación, Investigación y Políticas de Salud del IMSS. Secretario del Consejo de Salubridad General 2012 y coordinador del Comité Normativo Nacional de Medicina General 2008-2014.

    ¿Política nacional en autocuidado en salud


    01 July 2019

    En los artículos precedentes nos referimos a los distintos estilos de vida de que consta el autocuidado en salud y a los beneficios que proveen, así como a los factores que favorecen la adopción de estilos saludables o aquellos que afectan el abandono de los que no lo son. Además de los efectos positivos que conlleva el autocuidado en la salud y calidad de vida de los individuos, la posibilidad que brinda reducir la incidencia de las enfermedades no transmisibles como la diabetes, y de abatir las presiones financieras y operativas que generan en el Sector Salud, mismas que pueden afectar su sustentabilidad y conducen a pensar en el desarrollo y la implementación de una política a nivel nacional.

     

    Ha habido iniciativas instituidas bajo esta perspectiva, como el programa Service Act for the Aged que desarrolló el gobierno japonés en 1983, con la intención de cuidar la salud y proveer servicios médicos a quienes tenían entre 40 y 70 años de edad. Otros programas han estado encaminados a impulsar la práctica del ejercicio y de la ingesta de una alimentación saludable en el Reino Unido (Change4Life), Estados Unidos (Go4Life) e Irlanda (Get a Life Get Active), todos dirigidos a niños y adultos mayores, de los cuales no contamos con información acerca de los cambios que generaron. Una situación similar ocurrió en nuestro país con la campaña lanzada por el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría de Salud (SSa) Chécate, Mídete, Muévete, en el marco de la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y Diabetes, ya que a pesar de que generó un alto nivel de recordación, no hay evidencias respecto a los cambios en la alimentación y actividad física que pretendía y menos de su impacto en la salud.

     

    Por el contrario, hay evidencias que demuestran que las intervenciones realizadas en grupos o comunidades acompañadas de un seguimiento cercano provocan cambios en los hábitos de los individuos. Este fue el caso de unos terapeutas ocupacionales de la University of Southern California (USC) con dos grupos de adultos mayores; gracias a esta intervención, el grupo que recibió la atención de los terapeutas para mejorar sus estilos de vida a través del rediseño de sus actividades, escogió patrones que beneficiaron su salud y funcionamiento físico, o bien, que evitaron un mayor deterioro, mientras que el grupo de adultos que sólo estuvo involucrado en actividades sociales o que no fue objeto de ninguna intervención, no experimentó mejoría alguna.

     

    Si al éxito que han tenido las intervenciones en grupos o comunidades se añaden otros factores, como los que mencionamos a continuación la posibilidad de desarrollar una política de autocuidado a nivel nacional puede ser seriamente cuestionada. Un primer factor a citarse es la diversidad –e incluso disparidad social– sobretodo educativa–económica y de ubicación geográfica que caracteriza a una población como la nuestra, en la que sus usos, hábitos, capacidades y actitudes difieren de manera importante. Por otro lado, la alimentación en el país incluye por lo general una alta proporción de grasas y carbohidratos, alimentos procesados, refrescos y bebidas azucaradas. En relación con la actividad física, que no ha mostrado incremento en su práctica en los últimos años, existen pocas áreas adecuadas y seguras para realizarla y deficientes medios de transporte que faciliten el acceso a ellas. Por si fuera poco, el tiempo que se invierte en el traslado del domicilio al trabajo y viceversa en las grandes ciudades del país deja poco espacio para dicha actividad.

     

    Sin pretender ubicar al Sector Salud como un obstáculo para el desarrollo del autocuidado, a la par de reconocer que ha logrado avances sustantivos en materia de vacunación, erradicación de enfermedades infecciosas y, sobre todo, aumentar la esperanza de vida, es un hecho que está orientado al tratamiento de las enfermedades y no a su prevención. Este modelo predomina en la mayoría de los médicos en la práctica privada, quienes al igual que sus contrapartes en las instituciones oficiales se consideran guardianes de la salud de sus pacientes; en este contexto, éstos son vistos como procesadores de órdenes y no como personas cuya autonomía debe respetarse, además de hacerlos partícipes de cualquier decisión y orientarlos a fin de que cuiden su salud.

     

    A pesar de éstas y otras limitantes, nos atrevemos a proponer las siguientes líneas de acción, mediante las cuales es viable diseñar e implementar una política nacional de autocuidado. Es, sin duda, un reto complejo que requiere una mirada integral y un trabajo creativo y participativo que se sustente en:

    • Un enfoque que ubique al autocuidado de la salud como prioridad en todas las políticas públicas y privadas.
    • El liderazgo proactivo de la SSa, y
    • El apoyo irrestricto y sostenido de los poderes Ejecutivo y Legislativo federales.

     

    Enfoque

    El plan de trabajo que proponemos podría sustentarse en los principios y el marco conceptual que elaboró la Organización Mundial de la Salud en su documento Health in All Policies (HiAP) Framework for Country Action, resultado de los trabajos que se hicieron antes, durante y después de la 8ª Conferencia de Promoción de la Salud.

     

    El marco conceptual que guía esta iniciativa consiste en ver a la salud en todas las políticas nacionales y tomar ventaja de las implicaciones positivas que tiene, así como evitar o mitigar los efectos nocivos que algunas pueden generar en la salud, además de buscar sinergias, establecer alianzas, enfocarse en los determinantes sociales y desarrollar las actividades que se requieran a nivel nacional. A fin de cumplir con todas estas metas, HiAP Framework for Country Action requiere desarrollarse al amparo de principios como la adherencia al marco legal, medición de resultados, transparencia, participación de la sociedad civil, además de la colaboración de todos los sectores y niveles de gobierno a fin de promover la salud, su equidad y la sustentabilidad de las políticas que se emprendan.

     

     

    Liderazgo de la SSa

    Por razón natural de sus funciones, la SSa sería la indicada para liderar el diseño y la implementación de la política de autocuidado, a través de un sólido ejercicio de planeación, organización, comunicación e impulso a la adopción de un nuevo modelo orientado hacia la salud en contraposición al que se hizo referencia. La influencia de la SSa tendría que ejercerse tanto en las instituciones médicas de que consta, como en los otros institutos, secretarías que conforman el Sector Salud, colegios y asociaciones médicas, entre ellas la Academia Nacional de Medicina de México. Asimismo, la SSa debería incidir en los programas de las distintas facultades y escuelas de medicina del país, a fin de incluir el nuevo modelo de salud en sus planes de estudios.

     

    Incluir a la salud en todas las políticas como lo plantea la iniciativa HiAP Framework for Country Action, tendría que llevar a la SSa a participar en el desarrollo de los programas de trabajo de otras secretarías e instancias como la de Educación, Trabajo y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, por mencionar algunas. De esta manera, sería posible orientar a la población desde sus primeros años de vida en la alimentación saludable y actividad física, promover en las empresas la dotación de menús saludables, creación de espacios para el ejercicio, el impulso al mismo y la inclusión de estos temas en la promoción del sano crecimiento de la niñez, en la ocupación en la salud y el bienestar de los adultos mayores, respectivamente.

     

    La SSa requiere impulsar un amplio trabajo de investigación en el que participen las unidades que existen en sus instituciones hospitalarias en conjunto con universidades y otros centros de investigación, a fin de identificar los motivos que llevarían a los individuos de los distintos estratos socio–económicos de la población, a adoptar estilos de vida saludables o abandonar los que no lo son, así como los apoyos necesarios para tal efecto. La identificación de estos aspectos constituiría la base de la estrategia y campaña de comunicación del autocuidado que tendría que ser difundida a través de todos los medios de comunicación y las redes sociales. La capacidad que tienen los smartphones en nuestro país puede aprovecharse para difundir mensajes y/o desarrollar aplicaciones sobre los distintos componentes del autocuidado en salud.

     

    En el diseño de esta estrategia también es necesario que la SSa convoque a las fundaciones e instituciones de asistencia social que forman parte de las organizaciones de la sociedad civil, a efecto de que den a conocer los apoyos que requieren quienes las integran.

     

    Para asegurar el éxito de la campaña, será imprescindible el seguimiento de los médicos en su práctica privada, con base en materiales gráficos que se diseñen en la estrategia de comunicación. En este contexto, la SSa tendría que promover la extensión del programa Médico en tu casa vigente en la Ciudad de México, a todos los estados de la república y que, además del apoyo que da a las personas con discapacidad y adultos mayores en situación de vulnerabilidad, se aprovechen las visitas para reforzar los beneficios que proveen los estilos de vida saludables.

     

    Apoyo irrestricto y sostenido

    La importancia y extensión que debe tener una política de autocuidado en salud tiene que ser vista como una política de estado que trascienda y no como un programa sexenal, además de dotarla de los recursos necesarios para asegurar su éxito. Si bien esto contrasta con la continua reducción en el presupuesto en salud, cabe pensar que la estructuración de un programa integral como el que se ha delineado en esta colaboración lleve al Ejecutivo Federal a proponer y asegurar por todos los medios posibles que el Poder Legislativo apruebe los fondos necesarios para desarrollar una Política Nacional en Autocuidado en Salud.

     

    Se trata, en suma, de que a través de una política como la mencionada, se construya una relación funcional entre individuos, sujetos activos y no sólo receptores de las indicaciones médicas, e instituciones de salud que les informen y empoderen para que cuiden su salud y, por último, de un Ejecutivo y Legislativo federales que garanticen la inversión que requiere el desarrollo del autocuidado en salud.

publicidad Promo Lateral
publicidad
icono-flecha