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OPINIONES

  • 9

    Ferdinard Recio |

    Director general del Centro Acrópolis.

    Reconstrucción de la ciudad


    01 March 2018

    Es muy pronto para que el tiempo sane las heridas creadas por el sismo; pero lo que sí es posible es tomar conciencia de lo indispensable que es contar con un Plan Familiar ante Desastres para ser resilientes ante la presencia de cualquier fenómeno natural

     

    Después del sismo del pasado 19 de septiembre, las autoridades de la Ciudad de México mencionan que 102 edificios se colapsaron y cerca de 500 fueron afectados en sus estructuras internas o externas, pero se clasificaron en amarillo; ello implica que los primeros serán demolidos una vez que se investigue que no existen cuerpos atrapados y se tomen las medidas pertinentes para evitar riesgos de las personas que transitan en las aceras de esos edificios, por lo cual es una tarea a cargo de la Secretaría de Obras y Servicios del gobierno de la capital.

     

    En esta etapa hay que darnos cuenta que se deberían tener programas específicos post desastre para la atención adecuada de las personas afectadas que se quedaron sin sus seres queridos, muebles o su patrimonio habitacional, ya fuera propio o alquilado; enfrentándose muchos de ellos a quedarse en albergues creados frente a su edificio afectado o en el parque más cercano, con tiendas de campaña hechas con mantas de hule, sin los servicios básicos de limpieza ni para preparar alimentos higiénicos, pues no aceptan asistir a los albergues creados por el gobierno de la ciudad. Además, la temporada invernal ha aumentado sus necesidades en estos campamentos.

     

    No debemos olvidar que durante la emergencia se presentaron programas de asistencia para otorgar apoyo psicológico y mental a los afectados para superar sus diferentes etapas de duelo, crisis nerviosas, servicios funerarios, económicos de base para rentar algún departamento, mientras se realizan los trámites de estudio socioeconómico de cada familia para reubicarlas, y proporcionar alimentos a las personas damnificadas que se encuentran en los campamentos.

     

    Por su parte, el Cuerpo de Bomberos se ha encargado de sacar los muebles que pueden serles de utilidad, e incluso, algunos bienes personales de identificación, estudios, chequeras, tarjetas de crédito, alhajas, recuerdos personales, etcétera, a los propietarios afectados, debido a que los edificios donde vivían fueron clasificados en amarillo.

     

    Esto demuestra que la ciudad se mantuvo resiliente en sus aspectos de autoridad, económicos, de servicios de salud, seguridad y comunicación urbana; ya que no se presentaron robos a los edificios o casas afectadas, lo cual permitirá que en un periodo de uno a dos años, se puedan realizar las obras de demolición y reconstrucción de los nuevos edificios, así como la rehabilitación de los que fueron clasificados con el color amarillo.

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